Transcurría el mes de Julio (sorry, poco tiempo para
escribir) cuando mi amigo Etko vio una publicación por internet de la moto que quería
en un muy buen precio y condiciones, lo malo es que esta se encontraba a 950
kms. de distancia en Osorno. Un poco indecisos e inseguros porque viajar hasta allá
era muy riesgoso si la moto no estaba en las condiciones de la publicación, además
que ninguno de nuestros compañeros de trabajo tenia fe que esa moto pudiera
llegar a Santiago andando, tanto así que Juliano, el otro mecánico de la tienda
dijo “si esa moto llega andando la lavare con mis propias manos”.
Finalmente y luego que Etko pidiera los permisos
correspondientes decidimos viajar. Nuestra primera idea era ir en mi moto, y si
nos iba bien volver cada uno en una moto, considerando el costo del viaje, y
que como siempre mi kit de transmisión no estaba en las mejores condiciones,
decidimos viajar en bus de noche. Así la idea era llegar en la mañana a Osorno,
ver la motocicleta, revisarla, hacer los papeles y partir de vuelta a Sgto.,
realizando una parada intermedia para dormir.
Llegado el día me decidí a preparar las cosas para llevar, herramientas varias
para revisar la motocicleta, y hacerle una mantención, ya que llevaba varios
meses sin andar. Hay que considerar que la motocicleta era una Suzuki DR200 versión
Agro del año 2010 y tenía apenas tres mil kilómetros. Considerando esto llevaba
aceites, lubricantes varios, y muchísimas herramientas (que casi ni usamos) era
tanto que tuvimos que llevar una mochila de campamento con todo.
A las 10 de la noche llegamos al terminal, mientras esperábamos
el bus que nos llevaría me encontré con algunos conductores conocidos de mi
antiguo trabajo, da gusto el saber que aun te recuerdan de buena forma.
Finalmente nos subimos al bus, en el cual mi intención era estudiar, ya que en
dos días más tendría la última prueba de un ramo muy importante de mi carrera (termodinámica
II), leí alrededor de cinco páginas y mis ojos se cerraron por un segundo, en
cuanto los abro ya estábamos en nuestro destino y no había estudiado nada.
Plaza de Osorno |
Aproximadamente a las 8 de la mañana llegamos al terminal de buses, Etko se empezó
a comunicar con el dueño de la moto, pero no contestaba, yo pensaba que habíamos
ido a perder el viaje, hasta que a la hora después recibimos la llamada del
dueño de la moto. Fuimos a su casa, revisamos la moto, la que se notaba en
estado de abandono, tenía un par de caídas nada grave, la probamos y nos
dirigimos al centro a realizar los trámites de la transferencia. Mientras nos dirigíamos
el dueño nos preguntó que como transportaríamos la moto, a lo que le
respondimos que nos la llevaríamos andando y que partiríamos luego de hacer los
trámites, pernoctaríamos en algún hostal donde nos pillara la noche y seguiríamos.
Luego de reírse un rato pensando que era broma, nos ofreció que nos quedáramos que
en su casa tenía unas piezas disponibles y que partiéramos en la mañana, a lo
que obviamente accedimos. Con toda la tarde libre, una motocicleta con la mantención
recién hecha, y un clima exquisito decidimos salir a recorrer.
Mi primera opción fue visitar a una señora conocida de mi
papa, donde nos alojamos cuando era pequeño debo haber tenido unos 10 o 12 años
cuando fui, luego de conducir un rato logre dar con la dirección, aunque
lamentablemente ella ya no vivía ahí. Donde este señora Dita espero que este
bien.
La casa de la señora Dita y don Jaime |
Luego y ya que estábamos ahí recordé que cuando pequeños íbamos
a la playa desde ahí, y que el camino era entretenido y no demasiado largo,
revisamos el GPS del celular y fijamos nuevo rumbo “Bahía Mansa”.
Etko, Feliz con su nueva moto |
Era la primera vez que conducíamos la motocicleta en tramos
largos, y para andar con casi 200 kilos de carga (Etko y yo) pudimos mantener
una velocidad bastante aceptable. A medida que avanzábamos por este camino el
clima empezó a cambiar, a ratos al pasar entre los cerros nos tocaban pequeñas
lloviznas, luego aparecía el sol detrás de otra colina, frio, calor….
Llegamos a Puaucho, nos detuvimos a tomar fotos
y nos dimos cuenta que veníamos con todos los pantalones manchados con el agua
que levantaba la rueda delantera, a pesar de eso decidimos avanzar un poco más,
llegamos hasta la pasarela Chincay cuando la lluvia se puso más densa y
decidimos volver, no valía la pena arriesgarnos ya que la moto tenia neumáticos
de enduro y en el pavimento mojado se deslizaban mucho. Llegamos a la casa, nos
acostamos estudie otro rato, y a dormir.
para los que no nos tenían fe |
Nos levantamos a las 5:30 aproximadamente, tomamos desayuno y partimos, esta
vez además de los 200 kilos de carga, llevábamos también la mochila de
campamento. En cuanto tomamos rumbo al norte en la ruta 5 nos dimos cuenta que
no sería fácil el camino. Había una niebla muy densa que apenas nos dejaba ver
a unos 5 o 10 metros. Avanzamos lento el trayecto, cada una hora
aproximadamente cambiábamos de posición, ya que el que iba atrás cargando la
mochila iba prácticamente sentado en la parrilla. Pasado Temuco ilumino el sol
y paulatinamente la niebla desapareció. A pesar de ir cargada como mula la
pobre, desarrollaba unos no despreciables 110 km/h. Las paradas por el camino
fueron principalmente para recargar combustible, estirar las piernas y cambiar
de piloto.
reparaciones que realizamos por el camino |
ultima parada, donde mi casco rodó por el suelo |
En algún punto de la carretera paramos a almorzar, pero no recuerdo específicamente
donde, entre el cansancio por la conducción, más lo incomodo que era ir de
copiloto, más mi preocupación por llegar a la prueba que debía rendir a las
21:30. Poco me preocupe de eso. Nuestra última parada fue en una estación de
descanso, donde deje la mochila de campamento en el suelo, el casco encima, y sobre
todo eso deje la chaqueta. Cuando nos preparábamos para partir tome la chaqueta
y mi casco cayó al piso, lo vi rodar unos 10 metros, mientras Etko no paraba de
reír yo lo miraba con pena, quedo todo rayado.
Por fin en Santiago! |
A eso de las 21:00 llegamos a la tienda con la moto sana y salva, cansadísimos y
aun no terminaba el día, saque mi moto y tuve que partir inmediatamente al
instituto que está al otro extremo de Santiago a rendir mi prueba. Llegue 5 minutos tarde,
pude rendirlo y aprobar el ramo.
Lo único malo del viaje es que ganamos una apuesta y aun no se paga, esperamos
que Juliano lave pronto la DR, que el tiempo pasa, pero las apuestas no se
olvidan.
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